Arte con café, boom del coffee painting
21 de octubre de 2022Los espirituosos sin alcohol
26 de octubre de 2022La decoración de nuestro escenario: ¿secundario o protagonista?
Hola amigos cafeteros. Vamos con otro artículo para los apasionados del buen café, la cultura de salir a tomar algo y los espacios tan bonitos que funcionan como punto de encuentro. Tanto si estáis en el papel de dueño, trabajador o cliente, seguro os interesará el tema de hoy: la decoración.
Estamos viviendo toda una revolución en el estilismo, que ha transformado a muchas cafeterías en escaparates de diseñadores que ya son como estrellas, dada la tendencia de muchos a dedicarlo todo a esta parte de la oferta. Una auténtica fiesta para los ojos.
Cómo podemos mejorar
No es necesario gastar cantidades obscenas de dinero para tener nuestra cafetería presentable y bonita. Empecemos por enfocarnos en el tema de la limpieza. El local puede estar orientado a un estilo u otro, pero definitivamente lo que ha de predominar es la limpieza, tanto en el local como en el personal. Yo recomiendo organizar turnos que involucren por igual a todas las personas del establecimiento, desde los jefes hasta el lavaplatos. Se trata de nuestro medio de vida y, dentro del objetivo de sacarlo adelante, no ha de haber nadie del equipo que rechace los guantes de látex (ya te harás las uñas en tu día de fiesta guap@).
¿Molesta a los ojos? ¿Quítalo!
Una vez el local bien limpito, podemos afinar el ojo a ver qué podemos poner o quitar para conseguir ese look elegante y atractivo. Y tratándose de estilos, como dicen las revistas de decoración «menos es más». Apuesta por una paleta de colores claros, suaves, pasteles como los tierra, el azul muerto, el blanco roto, o los grises. (Dicen que el salmón estimula el apetito, pero no sé, yo lo veo pasado de moda, para gustos…). A través de la limpieza, el orden y una paleta más neutra de colores podemos ayudar a crear un ambiente donde la gente se relaje. Además, esto nos servirá también para invitar subliminalmente a los clientes a concentrarse en el producto, haciéndolo destacar y resaltar dentro de una escenografía que pasa más «desapercibida». El protagonista es el producto, no el local en sí, ya que tenemos que venderlo. El local sería como el escenario, pero el protagonista es nuestro café y las cosas ricas que lo acompañan.
Y por favor tratemos de evitar esas plantitas de plástico llenas de polvo, las botellas de cervezas con las etiquetas deterioradas, los mantelitos de hule o las imitaciones de velas a pilas, de verdad, hay alternativas mejores, o simplemente dejar las mesas sin nada ya es más elegante.
Más que deco
La decoración al servicio de las experiencias gastronómicas sigue buscando la forma de potenciarlas. Y dado que lo natural es lo más deseado por parte de los consumidores, las iniciativas que acercan la decoración y el mobiliario a la naturaleza son las más exitosas. Imitando a la naturaleza con recursos como el cartón reciclado, las plantitas naturales o los detalles en madera. Lo natural llega a los conceptos, las presentaciones y los elementos básicos de la decoración.
Recuperando el protocolo
La imagen que proyectamos no sólo estará compuesta de cosas físicas, parte importante de la puesta en escena estará en el comportamiento. Hay muchas cosas que podemos hacer para ofrecer una experiencia más agradable. Manteniendo unos mínimos de protocolo, como ofrecer copas de agua y cuidar que siempre estén llenas, realizar cambios de cubiertos entre platos, mantener encendidas las velas y frescas las flores. Detalles amigos, toda la diferencia puede recaer en simples detalles. Y también atrevernos a romper un poquito con lo establecido, como esa idea que me encanta de Salvador Sans, a quien un día se le ocurrió cambiar las tazas del café por copas, mejorando así la experiencia de la cata para siempre.
El uniforme de los baristas da juego
Para la obra que queremos representar, ya tenemos los actores, el director, el decorado; necesitaremos pues, un buen vestuario. Esto podemos casarlo con el estilo general del local y atrevernos a destacar aprovechando el recurso del uniforme. Hay locales en los que quedará mejor el estilo clásico. Y habrá otros más modernos en los que nos sorprenderán con estilos más locos e incluso disfraces, por qué no. Va mucho en el estilo que queramos proyectar para atraer a según qué tipo de público. No todo el mundo reaccionaría igual frente a un chico barista que nos sirva con barba, tatuajes, piercings y una falda escocesa. Ante la duda, recomiendo apostar por lo clásico, pero saliéndonos un pelín de los límites.
El camarero no es parte de la decoración
El hecho de aprovechar el uniforme como recurso integrado al decorado, no quiere decir que la persona que lo lleva tenga que ser una especie de maniquí. La sala de una cafetería no es precisamente una pasarela, hay mucho trabajo por hacer, que además conlleva un grado de complejidad que no cualquiera es capaz de afrontar. El look es importante, pero la profesionalidad y la preparación lo son mucho más. Es preferible que tengamos personas correctas, limpias y diestras trabajando, que desplegar un ejército de niñ@s guapísim@s y modernísim@s que no sepan atender bien a la gente, o peor aún, que proyecten inconscientemente con su lenguaje corporal que, en realidad, no les importa.
No todo es imagen
La imagen es importante, sí, pero no lo es todo. Nuestra oferta tiene que ser ejecutada como un concepto global. Con la decoración podemos dar un mensaje, cautivar y sorprender. Pero también en esto la competencia es feroz, y si después de haberse dejado seducir por los ojos, los clientes se encuentran con un café malo y unos baristas antipáticos, no regresarán ni nos recomendarán por la decoración. Se quedarán con los aspectos negativos. Y si su comentario (oral, o la temida versión subida a redes sociales) es algo como: «decoración 10 puntos, atención… un 3», los receptores no irán a ese local a constatar lo bonito que luce, porque todos queremos un ambiente agradable, pero sobre todo queremos ser bien atendidos.
Piénsalo un momento, si alguien te recomendara un local diciéndote algo como:
«… la estética desfasadísima, con unos muebles de abuela total y unas lámparas cutrísimas del año de la pera, pero los camareros son tan simpáticos y el café y los pasteles están tan buenos que ¡tienes que venirte conmigo para que lo veas!»
¿Irías?
Gracias por leerme y hasta otro artículo amigos gourmets.